6 de julio de 2010

Un post honesto

Voy a ser honesto. Por primera vez escribiré lo que realmente pienso, y cual es mi verdadera postura frente a todo. Ya luego volveré con teorías políticas e ideologías de laboratorio.

No me interesa caer en sentimentalismos ni en razones buenistas para defender mis ideas. Por esta vez dejaré a un lado ese utilitarismo tapiñado que tanto usan los liberales. La verdad es que poco me importa lo que pase con el mundo. Me intereso yo. Poco me importa si la prohibición del alcohol aumenta o disminuye la delincuencia. Me cansé de andar buscando estadísticas para hacer creer que la libertad nos beneficia a todos. De hecho no es un requisito que lo haga. Me harté del cuento del progreso. No me importa si la libre empresa trae pobreza o riquezas. No me importa si una regulación genera o combate el desempleo. No me importa si la libre tenencia de armas nos dará seguridad o creará un nuevo viejo oeste. No me interesan las consecuencias de la legalización del aborto y del matrimonio gay.

Siempre he tratado de defender mi postura según sus consecuencias. Siempre trato de hacer valer el respeto a la libertad basándome en un supuesto beneficio para la sociedad. Pero la verdad es que poco me importa. Eso es solo estrategia. Defendemos ideas libertarias, desde un sentimiento colectivista. Hipocresía. Estrategia.

Pero la verdad es que no tengo por qué hacerlo, porque yo no defiendo la libertad como medio para el progreso o la paz social. Yo defiendo la libertad individual per se, sean positivas o negativas sus consecuencias.

Soy un anarquista. Individualista y egoísta como yo solo. Si se demuestra científicamente que las drogas libres generarían muchísimos problemas sociales, igualmente seguiría defendiendo mi derecho a drogarme libremente si se me antoja.

Yo no busco que el mundo marche bien, no espero que llegue el día en que todos cantemos cogidos de la mano alrededor de una fogata. No me importa que destruyamos nuestra propia existencia. Me aburrí de explicar teorías del orden espontáneo. Por más trillado y punky que suene, si el orden implica restricción, bienvenido sea el caos. Si la libertad nos lleva al acabose, recibámoslo brindando.

No me interesa el bien común. Me interesa y lucho para que yo, y quienes yo he decidido querer, podamos vivir sin que nos jodan. Vivir y deja vivir. Laissez faire, laissez passer.

Esta es mi verdad, el resto era corrección política.