10 de abril de 2008

Que caigan los muros!

En la antigüedad, o mas bien hace algunos siglos, lo que hoy se conoce como hurto y sus fieles practicantes de nombre delincuentes (pequeños expropiadores) eran castigadxs de una manera un poco distinta a la actual. Eran ajusticiados en público de distintas formas, que muchas veces llegó a convertirse en un acto bochornoso que humillaba a la persona y resaltaba el salvajismo de una civilización primitiva.

Hoy en día las formas de control han aumentado y las formas de castigo han cambiado un poco. Lo que antes era un ajusticiamiento público ahora lo remplaza la brutalidad y violencia de la policía y lo que antes podía ser un acto sangriento, hoy es la reclusión eterna en una caja infernal. Este encierro fue diseñado por la invalidez mental del ser humano, con intenciones de disciplinamiento, control y una supuesta reinserción social.

Las prisiones no han existido toda la vida. Relativamente son un invento no tan viejo. En la edad media, las primeras prisiones fueron utilizadas para encerrar leprosxs. A partir de entonces comienzan los encierros masivos, pero la lepra desaparece y las prisiones quedan vacías. Las autoridades buscaban darle una función a aquella inversión de espacio físico, ya no habían leprosxs, pero habían delincuentes, mendigxs y locxs que resultaron premiados con el encierro carcelario. Y es así como las prisiones comienzan a tener un rol de castigo y represión a todo el que no estuviera dentro de las normativas de comportamiento establecidas por el poder.

La cárcel se convierte entonces, en el arma más eficaz de lxs poderosxs para mantenerse a salvo de la plaga expropiadora y someter de esta forma a la población civil.

Vale la pena preguntarse si puede alguien reinsertarse socialmente luego de ser aislado de todo lo que compone la sociedad en sus formas, al ser secuestrado y encerrado con personas que también están al borde del colapso por el propio encierro. Creo que si somos lo suficientemente concientes diremos que no, y es que es imposible. Pero a nuestra sociedad “civilizada” se le ocurrió que si es posible reinsertar con el encierro y corregir con el castigo.

Hay que analizar qué es lo que se busca conseguir con las prisiones. Acaso asegurarnos a lxs ciudadanxs que bandidxs no salgan a las calles nunca más o enmendar y reinsertar a individuxs que han cometido crímenes. La primera aparte de ser vengativa e inhumana, es absurda, pues siempre existirá corrupción (mucho más cuando juntamos a todxs en un solo lugar) así que lxs verdaderxs y peligrosxs criminales nunca estarán vigiladxs por siempre. La segunda, es también incoherente, pues no hay mejor fábrica de reincidentes ni mejor escuela de crímenes que la propia cárcel.

En todo caso, si el sistema penitenciario realmente funcionara como dicen debería y lograse reinsertar a determinadx sujetx, qué clase de individux sería? Unx dócil, convencidx de su culpabilidad y la inocencia de sus verdugos, creyente fiel en el sistema actual como justo, un completo autómata.

La cárcel al igual que el estado no han existido siempre, aparecieron en cierto punto de la historia y por ende podemos prescindir de ellxs y hacer que vuelvan a desaparecer. En Somalia no existe no está sumida en el caos por esto, en algunos territorios autónomos del sureste mexicano tampoco hay y no muere gente a diario como sucede en nuestra ciudad vigilante y represiva. Llegamos a la conclusión de que la cárcel es una simple excusa de los Estados para librarse de sujetxs que son víctimas y producto de un orden social despiadado y salvaje, implantado por los Estados mismo.

En la actualidad las cárceles pasan por una de sus mayores crisis. Se han vuelto en centro de operaciones del hampa. Las condiciones infrahumanas a las que son sometidxs miles de presxs son insoportables y el constante hacinamiento a llevado en aumento una situación de extrema violencia que golpea a todxs lxs que están dentro. Las autoridades priorizan lo que llaman seguridad por encima de la libertad del individuo y no se puede hablar de una sociedad libre cuando sus miembros son condenadxs al encierro y al castigo por robar una gallina tanto como por ser un asesino.

En la antigüedad se castigaba en público, se ahorcaba, se crucificaba, se decapitaba, hoy en día se encarcela quebrantando el espíritu y la vida misma. Los castigos han cambiado pero el factor determinante es el mismo: la venganza, y una sociedad que base su sistema de ajusticiamiento en la venganza no tiene ni presente ni futuro.

Para que caigan los muros de todas las carceles!