21 de marzo de 2011

Yo no necesito que el Estado sea mi niñera.

Duermo poco, como mucho, tomo y paso la mayor parte de mi día sentado frente a un monitor. Ni mi madre ha molestado tanto por mis malos hábitos ¿y ahora el gobierno quiere venir a terminar de criarme? El Estado por naturaleza tiende a intervenir en las relaciones personales; pero este gobierno ha exagerado.

Empezó con la crónica roja, luego prohibió y reguló programas de televisión, hace poco nos limitó la chupa, y en lo más absurdo hasta el volumen de la radio quiso controlar. Ni nuestros órganos se salvaron del estatismo. Y no tiene ganas de detenerse: ahora busca prohibir fumar incluso en locales privados y hacer publicidad de alimentos o bebidas.

No dudo de sus buenas intenciones, pero todo buen padre sabe que no puede tomar decisiones por sus hijos a la fuerza; por algo somos individuos y Diosito nos dio libre albedrío. Yo ya tuve una madre que jodía cada vez que me veía fumando, y si decido seguir haciéndolo es por voluntad propia. No necesito que un burócrata venga a quitarme el cigarrillo de la boca por mi propia salud.

Lo peor del caso es que argumentan en su defensa que en los países más desarrollados estas restricciones se dan siempre. Afortunadamente Ecuador es diferente, aquí la gente valora más la libertad que un pedazo de pan. Este es un pueblo insumiso, ilegalista; pero esa desobediencia civil debe ser consciente y enfocada coherentemente  a liberarse del estatismo.

Por eso propongo crear una campaña para arrancar de raíz esa corriente progrefascista en la que nos estamos hundiendo: Yo no necesito que el Estado sea mi niñera. La idea es crear una campaña lo mejor desarrollada posible, donde se envíe este mensaje. El objetivo es que una premisa libertaria se ponga de moda sin necesariamente entrar en detalle de ideologías o discusiones políticas.

Recién empezamos y hay muchas cosas que se podrían hacer, pero ahora lo importante es difundir el concepto para receptar ideas, sugerencias y gente interesada en trabajar. Se que ya no nos leen muchas personas, pero también se que me leen varios reconocidos bloggeros y twitteros (sí, a ti te digo) con muchos lectores. Si estás harto de que el Estado se inmiscuya en nuestras vidas, y te parece bueno el proyecto; ayuda a construir esta campaña para recordarles que: Yo no necesito que el Estado sea mi niñera.

16 de marzo de 2011

¿Que por qué creo en el libre mercado?

Generalmente la gente me asocia con la izquierda política. Nací en una familia progresista, y la gran mayoría de mis amigos con ideología política son de algún tipo de izquierda. Desde pequeño me fue inculcada la libertad de pensamiento, y la libertad de acción. Recuerdo que mi madre repetía hasta el cansancio la frase de Benito Juárez "El respeto al derecho ajeno es la paz." Fuera de eso, podíamos hacer lo que quisiéramos.

Esa fue mi bandera por mucho tiempo: el derecho que tiene uno a pensar diferente, y hacer lo que le de la gana siempre y cuando no haga daño a terceros. Cuando empecé a interesarme por la política comencé leyendo escritos típicos de izquierda. Mi padre me regaló un libro sobre Ernesto Cardenales que me interesó bastante, aunque creo que empecé con un Marx Para Principiantes de Rius. Sin embargo una mezcla rara y coincidencial entre un artículo donde se criticaba a los "anarquistas traidores" y la música que escuchaba que por lo general eran punkis que hablaban de "anarquía" me llevó a la única ideología que defendía lo que yo siempre defendí.

Encontré a Kropotkin y a Malatesta aunque nunca terminé de comprenderlos. Leí a Bakunin, y entendí lo qué era el anarquismo en su forma más filosófica: la soberanía del individuo. Uno es dueño de sí mismo y nadie más. Conocí el anarquismo individualista y demente de Stirner, y logré ver el punto de vista económico de esos individualistas. Leí a Proudhon y a Benjamin Tucker y comencé a entender qué era el mercado. Hasta que inconscientemente me vi leyendo a Ayn Rand, Rothbard y Hoppe. Recién ahí entendí el punto que faltaba sobre las íes: no se puede hablar de libertad de acción ni de pensamiento, si se coarta la libertad de empresa.

Es más, la libertad de empresa ni siquiera debería llamarse así. Está contemplada dentro de la libertad de acción y punto. La soberanía individual que proclamamos los libertarios, implica que nadie puede mandar sobre mi vida. Solo yo estoy apto para decidir qué hago y qué no hago. Y sí, mi libertad es absoluta siempre y cuando no viole los derechos de terceros.

Mi cuerpo me pertenece y puedo hacer con él lo que me plazca. Me puedo tatuar, me puedo poner aretes, me puedo pintar el pelo, puedo incluso mutilarme si se me antoja. Mi vida me pertenece y a nadie más. Yo decido si quiero comer, tomar, hacer ejercicio, meterme sustancias psicotrópicas o matarme si se me da la gana. ¿Por qué no debería ser igual con mi propiedad?

Es un sinsentido que se defienda la libertad de pensamiento, pero se quiera encarcelar la propiedad. Igual como defiendo el derecho de las mujeres a abortar y de los homosexuales a vivir libremente sin que los jodan, igualmente yo debería tener derecho a ponerme un negocio sin que me estén haciendo la vida imposible.

No soy economista, ni abogado, ni el Dalai Lama. No se si el libre mercado sea justo o injusto, si trae igualdad o desigualdad. A mi no me importa si el laissez faire es mejor o peor económicamente, yo creo que es la única forma ética de vivir. Porque no me parece ético un sistema donde la mayoría decide qué puedo y que no puedo hacer con el fruto de mi trabajo. Porque no soporto vivir en este sistema donde un grupo de mafiosos monopolizadores de la fuerza, me cobran tributo cada vez que se enteran que he producido algo.

Yo soy dueño de mi vida, de mi libertad y de mi propiedad; y mientras no atente contra ninguno de estos derechos de mi vecino, debería poder hacer lo que me da la gana. Ese es el libre mercado en el que creo.

14 de marzo de 2011

Sobre el contrato libre y los sindicatos.

Hay quienes entienden las relaciones laborales como un enfrentamiento dual: ricos vs pobres, patrones vs empleados, explotados vs explotadores. Igual como hay anarquistas que se ponen de lado de los obreros sin razón valedera, hay también libertarios que se ponen del lado del empresario sin pensarlo realmente. A mi parecer ya es hora de dejar posiciones ridículas.

Esto no es de ponerse de un bando u otro, sino de defender lo que se cree correcto. Yo no defiendo a los obreros, ni a la patronal, sino a los contratos libres. Creo que los contratos son lo único que puede regir en una relación laboral justa. Lo que se firmó es lo que hay que cumplir y punto.

Si una empresa no quiere contratar personal de dependencia y quiere pagar por servicios prestados, me parece totalmente legítimo. Yo soy de los que cree que el Estado no debería intervenir en las relaciones entre personas, ni siquiera si de trabajo se trata. Si una empresa decide que ya no quiere tenerte contratado y que prefiere pagarte por factura, perfecto. El problema viene cuando la empresa se niega a cumplir el contrato que firmó libremente contigo.

En un caso óptimo, la empresa daría por terminado el contrato de dependencia, te liquidaría acorde al contrato y negociarían un nuevo contrato por factura. Sin embargo conozco de casos donde quieren que el empleado firme la renuncia para no tener que liquidarlo. Nuevamente comprar la renuncia para evadir imposiciones estatales no me parece nada malo, siempre y cuando ambas partes estén de acuerdo, pero no es así.

A un amigo mío de una imprenta, se lo está presionando para que firme la renuncia con la advertencia de que si no firma nunca más le darán trabajo ahí. Darle la opción a alguien de que solo si firma la renuncia continúa trabajando ahí, podrá ser un chantaje bastante bajo, pero no un crimen. En todo caso cada cual es libre de decidir a quien contrata o a quien no. Pero empeora la situación debido a que si no firma, advierten ellos, igual encontrarán la forma de despedirlo por razones significativas y no darle liquidación. Es en ese preciso momento cuando la empresa rompe el contrato y comienza la extorsión frente a un empleado indefenso. Mi pana podría pretender poner una denuncia, pero todos sabemos que ni con todos los ahorros de su vida podrá pagar a un abogado con la fuerza y las influencias de una de las empresas más reconocidas en el mercado gráfico.

Esa empresa está rompiendo un contrato que firmó libremente con un empleado. Es verdad que hay leyes e imposiciones estatales, pero el empleado no las puso y están ahí para perjudicar a ambas partes. Es totalmente ilegítimo que la empresa trate de poner como justificativo las imposiciones estatales para faltar a su compromiso. Ellos eran libres de firmar o no firmar, o de hacer un contrato diferente, o de no contratar a nadie. Ahora deben cumplir.

Dando la vuelta, hace algunos años cuando trabajaba en una productora se dio el caso contrario. En pleno segundo día de rodaje de un comercial, el gaffer y su equipo de eléctricos decidieron que no iban a trabajar más a menos que se les pague una mayor cantidad y se cumplan ciertos requisitos. Ellos sabían que estaban en una condición de ventaja y querían aprovecharse de eso. Detener una grabación lista con cámaras, equipos, locación, actores, extras, cattering, y programarla para otro día es inmensamente caro y absurdo. Era mucho más lógico ver qué pedían los sindicalistas.

Mi jefe de ese entonces, en la posición que lo tenían, se reunió con el grupo recién formado y sin decir nada les dio 25 centavos a cada uno para que se vayan a la casa. "Si te dejas ver las huevas una vez, no esperes que te respeten a la próxima". Ni siquiera alcanzaron el almuerzo. Él iluminó el set, e hizo el trabajo de 10 hombres. Fue un gran maestro.

Es verdad que no se les estaba pagando tanto como en otras ocasiones, es verdad que era un trabajo duro, pero ellos debieron haber negociado antes de cerrar el contrato. Ya habían acordado trabajar los 3 días por cierta cantidad y era ilegítimo pedir un aumento amenazando con no seguir los demás días.

Lo que trato de explicar es que en el primer caso obviamente apoyaría si los empleados crean un sindicato, pero en el segundo el empresario tenía la razón. Por eso yo no apoyo a sindicatos rojos o amarillos solo por ponerme del lado de una clase social, yo defiendo el libre mercado y el contrato libre.