23 de septiembre de 2008

Guerra - Reflexionando

El 6 de agosto de 1945, estalló la primera bomba atómica en la ciudad de Hiroshima, luego en Nagasaki, Japón. Los autores de tamaña barbarie no podían ser más que el gobierno de los Estados Unidos, que con el fin de aplastar al enemigo y observar el poderío criminal de esta arma no tuvo ni el menor remordimiento en apagar la vida de 300 000 personas inocentes.

Hoy ya son 63 años de aquel holocausto vergonzoso para la humanidad entera, y aún la impunidad se pasea libremente mientras aún huele a guerra y la sangre se sigue regando sobre nuestros campos.

En estos días se viven múltiples guerras, tanto de ocupación en Irak y Palestina como guerras de baja intensidad en Colombia o México. Es estos tiempos de globalización económica, los estados desempeñan un papel fundamental en la activación de guerras y de políticas de tolerancia cero. El sistema neoliberal necesita el uso total de la fuerza, que solo el estado le puede garantizar, para ocupar países productores de mano de obra y materia prima barata para expandir su economía global, a la vez que asesinan a la disidencia y pacifican algún territorio con fines a ocupar.

Las guerras siempre se han fundado bajo la lógica del más fuerte, sus intenciones son la conquista y el sometimiento. Sus resultados: el terror y la muerte cotidiana, en fin una desvalorización total de la vida.

Las guerras existen porque alguien ejerce un poder absoluto sostenido por una serie de mecanismos que le permiten ejercer control político, mediático, social y/o militar sobre las personas.

Las guerras tienen éxito muchas veces debido a un conjunto de creencias hábilmente introducidas en los pobladores que habitan un determinado territorio. Estas creencias mejor conocidas como patriotismo o nacionalismo con sus acompañantes himnos, escudos y banderas son inculcados en la familia, trabajo, iglesia y llegan a convencer a las personas que está en la obligación de defender esta serie de símbolos e instituciones que en realidad no representan nada más que al poder.

La guerra se sostiene bajo la ausencia de auto propiedad del individuo. Durante las guerras los individuos pasamos a ser propiedad del estado. Desde ese momento, el estado dispone de nuestras vidas. Perdemos el total derecho de objeción y decisión, y el estado se apodera totalmente de nosotros.
El propósito de las guerras es la conquista y por tanto también la expansión mundial. Toda guerra se origina por intereses particulares, los estados consolidan alianzas con corporaciones multinacionales para que estas puedan expandir su mercado, a la vez que los estados ocupan otros estados más débiles y le dan facilidades para operar.

¿Frente a todo esto qué nos queda?

12 de septiembre de 2008

¡TARDE HA SALIDO EL CRISTO!

si bien no estoy de acuerdo con las políticas del gobierno actual y me da risa su discurso progresista, y aunque creo en la libertad de expresión de que la iglesia diga lo que le venga en gana; esto no quita mi desprecio a su cúpula y su falsa moral.

asì que a continucación pongo una colaboracion de los amigos de punto de quiebre.


¡TARDE HA SALIDO EL CRISTO!

En 1662 y en 1859, el volcán Pichincha erupcionó violentamente. En el primer caso, la ciudad de Quito fue cubierta por unos treinta centímetros de cenizas. En el segundo, resultó casi destruida.

Las veneradas imágenes coloniales fueron sacadas de los templos por los quiteños, en solemnes procesiones, clamando por la misericordia de Dios. Y ciertamente todas las crónicas de la época habrán atribuido a la Divina Providencia la salvación de nuestra capital.

He pensado en todo esto, a propósito de la insólita convocatoria al reemplazo de los cultos dominicales del próximo domingo 14 de septiembre en todos los templos católicos de Guayaquil por tres misas campales, megaeventos de fe en distintos puntos de la ciudad, a trece días del referendum constitucional.

He pensado -y mal- de la encuesta de opinión lanzada el martes 9 por un canal de televisión con una pregunta tan truculenta e inductiva como “¿Tiene usted temor de concurrir a las misas campales del domingo 14 de septiembre?”.

He pensado -y muy mal- de la movilización de la estatua del Cristo del Consuelo, la de mayor veneración del pueblo guayaquileño, asi como de otras tantas de larga tradición y buena fama en los templos administrados por distintas órdenes religiosas, preguntándome qué catástrofe se intenta prevenir, qué maleficio se pretende exorcizar, de cuál de las siete plagas del Egipto faraónico se nos quiere salvar con semejante despliegue de imaginería por primera vez visto en estos lares.

Sea como fuere, tarde ha salido el cristo.

El cristo -de haber salido- debió salir para ser plantado, enfrente de los bancos que festinaron los ahorros de miles de humildes ciudadanos, ganados con sudor y lágrimas. Y azotes, y humillaciones, y agonías y muertes de cruz.

El cristo -de haber salido- debió salir para ser erguido al lado de los ancianos jubilados, que decidieron defender con una huelga de hambre que a muchos les costó la vida, los límites mínimos de su dignidad insoportablemente ultrajada por pensiones miserables, desatención, desprecio y olvido.

El cristo -de haber salido- debió salir para ser elevado junto a las puertas de los hospitales abandonados de todo presupuesto que se destinó prioritariamente al pago de una deuda externa inmoral e ilícita, mientras se dejaba morir a hombres, mujeres y niños por falta de una atención oportuna o medicamentos e insumos elementales.

El cristo -de haber salido- debió salir y debería salir para ser llevado por las calles polvorientas de todos los barrios marginales de este país, donde jóvenes y adultos languidecen, mueren en vida sin la esperanza de oportunidades educativas y laborales, acumulando y desahogando los estertores de una violencia social con claros rasgos de barbarie.

El cristo -de haber salido- debió salir para atravesar los manglares y los bosques depredados por una inmensa codicia capaz de convertir en desierto nuestro fértil suelo para acumular fortunas sin medida.

Con mejor criterio y mayor prudencia, el obispo Vela Chiriboga de Quito no se ha prestado para hacer de las respetables convicciones religiosas del pueblo ecuatoriano una bulliciosa feria de politiquería, siendo una pena en cambio, que en Guayaquil, gracias a una burda manipulación del Opus Dei, se utilice la religiosidad popular, arraigada en nuestro pueblo pobre y creyente, para decir NO a la nueva constitución con el hipócrita planteamiento que va a “catequizar” a sus fieles.

Pienso que si sectores de derecha de la Iglesia jerárquica quieren expresar su opinión sobre algunos textos de la nueva constitución, lo podrían hacer suscribiendo un comunicado a sus fieles, con su firma de responsabilidad, para democráticamente expresar sus puntos de vista. Pero, la jerarquía ligada al OPUS DEI, no se da cuenta que con su comportamiento va a crear fuertes divisiones y contradicciones en la iglesia “pueblo de Dios” a partir de esta arremetida mediática, motivada en el fondo por intereses económicos de sus amigos oligarcas con quienes aparecen frecuentemente en fotos de actos sociales, mostrando su apego y complacencia.


Para terminar recuerdo una caricatura del mexicano Rius, en la que un Jesús descalzo, coronado de espinas y con la cruz a cuestas les pregunta a unos clérigos ornados de esplendorosas vestimentas y reunidos en concilio: “Cuando ustedes hablan de la Imitación de Cristo, ¿se refieren a mí?”...

f. Mario y Pepe (fusionando y compartiendo criterios)