
Sin embargo, el tema y el contexto es lo que hace rico este trabajo. Desde una perspectiva claramente antiminera, explica la problemática de la comunidad de Junín que se oponen al acentamiento minero de la compañía Ascendant Copper.
Algo que me llamó bastante la atención es que entre los protagonistas, el único extranjero que aparece en la resistencia es un gringo ambientalista que está acentado y tiene una finca en esas tierras. No salen más ambientalistas, ecologistas, animalistas, activistas de greenpeace, ni nada por el estilo. Así se demuestra que no son los peluconcitos fumoncitos quienes van a las comunidades a lavarles el cerebro, sino que es la misma gente la que está defendiendo lo que es suyo.
La tierra es de quien la trabaja. En estos casos donde los límites de propiedad no están establecidos, esa es la ley. La tierra de Junín, es de los juninseños. Cada cual es dueño de su parcela y el resto es perteneciente a la comunidad. En esto hay que quedar bien claros, porque el hecho de que sea comunitaria, no quiere decir que deja de ser privada. Esa tierra comunitaria, es propiedad privada de los habitantes de Junín. No es de los ecuatorianos. No es del Estado. No es de "todos". Es de ellos. Por legítimo derecho natural, es de ellos.
El Estado no puede (no debería poder) apropiarse del suelo y del subsuelo, simplemente porque le da la gana. Eso es un robo. Por ende el Estado no puede venir y vender esas tierras a una consecionaria privada para que explote cobre. Está vendiendo tierra robada. Yo no puedo apropiarme de tu casa y vendérsela a otro, ¿por qué el Estado si puede?
Así pues, los comuneros que se oponen a dejarse quitar las tierras para la explotación minera, lo que están haciendo es defender de manera inconciente y con otro nombre, la propiedad privada. Defienden su propiedad privada contra la injerencia estatal. Están luchando por sus derechos individuales de hacer con su parcela lo que les plazca; y no les place venderlas para explotación minera. Aquí no hay cabida para utilitarismos. ¿Quién decide lo que es mejor en esas tierras? ¿Quién decide lo que se puede o no se puede hacer ahí? ¿Quién manda sobre esos territorios? Pues sus propietarios, y en este caso los propietarios son los habitantes de sus alrededores.
Lastimosamente, cuando al amarre Estado-Empresa no les salen las cosas como estaban planeadas, y no logran incautar las tierras ni desalojar a sus habitantes por las buenas; pues lo hacen por las malas. Buscan compañías de "seguridad" para que terminen el trabajo. Compañías conformadas por ex-militares dados de baja que amedrentan a los activistas, usan la fuerza, amenazan a la comunidad, portan armas y hacen campamentos clandestinos, es decir funcionan como paramilitares. Paramilitares en todo su esplendor. Y justamente ese, es el tema que toca Rogge en su documental.

La prensa saltó contra los radicalizados, contra Auki Tituaña, contra los antimineros, gritaban "¡secuestro!"; todos se preocupaban por la violación de los derechos de los ex-militares, nadie preguntó nada los comuneros, nadie dijo que quienes estaban presos habían disparado contra los habitantes de Junín días antes.
Afortunadamente todo este proceso se puede ver en el documental. Se ve el trato que recibieron los ex-militares, se ve dónde estaban apresados, se ve las preguntas y las respuestas que se hicieron, se ve el proceso en que los desarman y así mismo se ve el proceso de liberación luego de que la ministra de Energía y Minas visitó la comunidad.
A mi parecer, fue una de las formas más pacíficas, racionales y humanitarias de capturar a aquellos matones. Yo sinceramente hubiera intendado lincharlos. Para suerte de ellos, la comunidad de Junín son más civilizados que yo pues nunca los maltrataron ni nada parecido. Incluso les devolvieron la ropa y hasta les hacían comida para que no pasaran hambre. Así se demuestra quiénes son los criminales, quiénes son los violentos, los que atacan, los que violan los derechos ajenos.
Hay pruebas clarísimas que demuestran las agresiones con gas y armas de fuego hacia la comunidad. Hay pruebas tangibles que corroboran los nexos entre ese grupo armado y Ascendant Copper (los mismos paramilitares dan las declaraciones) Hay claras muestras de que así como existe un sector que se siente beneficiado por la minería, existe un vasto sector que siente lo contrario. Existe gente que se niega a vender sus tierras, y aunque el Estado y las grandes empresas insistan, hay gente que no se moverá y seguirá luchando por lo que les pertenece.
