Me pasaron un artículo de Xavier Andrade, en el cual trata el tema del comercio informal en la ciudad y cita nuestro documental. Es algo viejo, pero me dio gusto enterarme, así sea luego de varios meses.
13 manzanas - Tomada de El Telégrafo del 25 de julio del 2009
No es coincidencia, no me cabe duda, cuando veo la reciente represión desatada por la Municipalidad contra los vendedores informales.
Una vez reelecta en las últimas elecciones, como parte de sus batallas contra un gobierno central que aprobara una constitución que tiende a garantizar tanto el trabajo informal cuanto el acceso al espacio público, la presencia de la Policía Metropolitana en las calles ha aumentado en la zona “regenerada”. Por ello, cuando veo huir, esta tarde de domingo, a ese niño con 13 manzanas acarameladas desplegadas sobre una vianda, pienso en este nuevo ciclo de persecución y violencia: en su capital de trabajo de máximo 2 dólares, en su intento por ganarse honestamente la vida en una ciudad que condena a él y a su familia a moverse solamente en los márgenes de la postal creada.
La invisibilidad a las que los somete el poder local, sin embargo, es difícil de sostener mientras el desempleo crece, por un lado, y la infraestructura urbana profundiza la fragmentación y la exclusión social. Decomisar ilegalmente 13 manzanas, a más de las vejaciones y las torturas a las que se someten a los vendedores informales a lo largo de estos años, son evidencias que no constan en la propaganda oficial. La usurpación cotidiana de esos bienes tanto como la Policía municipal que va disfrazada de civil y cuyas prácticas han sido retratadas en el documental “Guayaquil Informal” (asequible por Internet) dan cuenta de la violencia de las prácticas exclusionarias. Desde esta perspectiva, la resistencia que se ha expresado en estos mismos días a través de protestas y marchas por parte de los informales, evidencia solamente una respuesta a la prepotencia de quienes creen que la ciudad es todavía una suerte de feudo.
Las declaraciones de Nebot al respecto de la protesta ciudadana remarcan su desprecio frente a la creciente presión de sectores que se resisten a la miseria, además de su ceguera frente a las falencias, cuando no el fracaso, del sistema de mercados cerrados en los que se los ha querido reubicar. Dado el subempleo que afecta a Guayaquil por ser el polo urbano de mayor desarrollo demográfico, las 13 manzanas abruptamente arrebatadas a ese niño simbolizan la intolerancia del ambiente “regenerado”. Esos 2 dólares de capital robado alimentan un aparato que exhala su brutalidad en cada poro de la piel turística de esta ciudad.
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