14 de febrero de 2009

Divagando sobre mis derechos.

A veces se va la luz por mi casa, y como no queda nada mejor que hacer me pongo a divagar filosóficamente.

Creo en los derechos negativos. Creo que son la única manera de vivir en una sociedad libre que respete la individualidad del otro. No creo en los derechos positivos. Creo que estos implican coerción sobre alguien para poder ser llevados a cabo. De cualquier manera, no soy iusnaturalista. No creo que existan derechos intrínsecos al ser humano. Creo que los derechos, pasan por un filtro social, y es la sociedad quien los acepta, en el momento que son reclamados. Sin embargo, le apuesto a la triada lockeana. Creo en los derechos inalienables de Vida, Libertad y Propiedad. No creo en ellos porque sean “naturales” sino porque a mi parecer son la forma social más lógica y práctica para vivir en armonía unos con otros.

Ya me confundí yo mismo.

Por suerte, encontré una respuesta mucho más práctica, visceral y empírica, que nos ahorra estar pensando tanto:

“Después de todo, la cosa es bien natural. El hombre no goza de otros derechos que los que se ha conquistado en la lucha, ni puede tener más libertades que las que esté dispuesto a defender constantemente con las en las manos”

Más claro, yo soy dueño de mi Vida, de mi Libertad y de mi Propiedad, y tú eres dueño de tu Vida, tu Libertad y tu Propiedad; no porque sean “naturales” o nos las haya entregado alguna entelequia misteriosa, sino por el simple hecho que exigimos así sea; y la sociedad en su conjunto ha decidido (o debió haberlo hecho en una sociedad libertaria) aceptarlo pues considera que respetar esos derechos, es la única forma verdadera de convivir con libertad individual. Y, en el momento en que no son respetados, saldremos a defender nuestros derechos a capa y espada, pues lo único que legitima nuestro derecho a la libertad es que luchemos por ella.

“Pero es ya tiempo de que comprendamos que no es a las leyes constitucionales a quienes hemos de pedir derechos. No es una ley, en un pedazo de papel que puede romperse a la menor fantasía de un gobierno, en lo que debemos ver la salvaguardia de nuestros derechos naturales. Sólo haciéndonos bastante fuertes para imponer nuestra voluntad, conseguiremos que nuestros derechos sean respetados.

¿Queremos tener la libertad de hablar y escribir lo que sintamos; el derecho de reunirnos y organizarnos? Pues no debemos esperar que el permiso nos venga del Parlamento o que una ley mendigada al Senado nos autorice.

Constituyamos una fuerza organizada, capaz de enseñar los dientes, como se dice vulgarmente, a cualquiera que intente restringir el derecho de palabra y de reunión, seamos fuertes, y podremos estar seguros de que nadie nos discutirá el derecho de hablar, escribir y publicar lo que queramos. El día que, unidos los explotados, podamos salir en número de algunos miles a la calle, a tomar directamente la defensa de nuestros derechos, nadie intentará disputarnos los ya conquistados y reivindicaremos a nuestro favor otros muchos a los que tenemos derecho. Entonces, y sólo entonces, habremos adquirido derechos que en vano pediríamos durante decenas de años a las Cortes y al Senado; además la garantía de esos derechos será bastante más sólida que si estuviera escrita en papeles más o menos limpios.”

Sí, filosófica e ideológicamente soy un relajo. Por suerte volvió la luz y pude conectarme a postear esto y ponerme a ver porno para dejar de pensar en cosas carentes de sentido práctico.

"Las libertades no se piden, se toman!"

*Texto sacado de Palabras de Un Rebelde de Piotr Kropotkin.

No hay comentarios: