Hace 2 meses, en plena festividades de Día de Acción de Gracias en EEUU, días de amor y solidaridad, moría violentamente un joven afrodescendiente empleado de un supermecado de Wallmart, aplastado por una muchedumbre demencial movida por las ofertas y precios bajos.
Esto hubiera podido parecer una broma, pero es la realidad. El joven empleado fue aplastado por una turba de 2000 personas que ni siquiera se molestaron en levantar a la víctima del piso. El Viernes Negro cobró una víctima.
¿Quién lo mató?¿Quién fue el culpable? No puedo dejar de decir que estas personas, sedadas por el consumo innecesario, no son totalmente inocentes. Quien actúa de la forma como actuaron en aquella turba, es claro que supone una crisis emocional. Ellos no dejan de ser cómplices y culpables. Pero si hay algo que es el causante directo de situaciones como ésta, es el orden actual de las cosas. Un sistema basado en la acumulación de riquezas a costa de lo que otros trabajan, las publicidades invasivas, los zombies elegantes de TV que nos dicen que la felicidad se encuentra entre cachivaches que simbolizan status, los yuppies tecnócratas ideólogos del liberalismo que nos balbusean acerca de la modernidad y el consumo como eje de la economía. En fin el culpable antes que ser esa masa uniforme drogada por la publicidad, es en realidad el sistema capitalista.
Esto hubiera podido parecer una broma, pero es la realidad. El joven empleado fue aplastado por una turba de 2000 personas que ni siquiera se molestaron en levantar a la víctima del piso. El Viernes Negro cobró una víctima.
¿Quién lo mató?¿Quién fue el culpable? No puedo dejar de decir que estas personas, sedadas por el consumo innecesario, no son totalmente inocentes. Quien actúa de la forma como actuaron en aquella turba, es claro que supone una crisis emocional. Ellos no dejan de ser cómplices y culpables. Pero si hay algo que es el causante directo de situaciones como ésta, es el orden actual de las cosas. Un sistema basado en la acumulación de riquezas a costa de lo que otros trabajan, las publicidades invasivas, los zombies elegantes de TV que nos dicen que la felicidad se encuentra entre cachivaches que simbolizan status, los yuppies tecnócratas ideólogos del liberalismo que nos balbusean acerca de la modernidad y el consumo como eje de la economía. En fin el culpable antes que ser esa masa uniforme drogada por la publicidad, es en realidad el sistema capitalista.
El capitalismo se ha posesionado de nuestras vidas. Mediante diferentes medios ha logrado penetrarnos culturalmente, al punto que todos los días respiramos su modo de vida junto a su inmensa cantidad de antivalores que repetismo como: competencia, individualismo, éxito personal, ganancias, egoísmo, consumo, explotación, etc.
El status y el afán de éxito individual, se ha convertido en una especie de dictadura mental-cultural que hace que cada vez la gente trabaje más tiempo por menos remuneración para comprar basura costosa que los hacen sentirse importantes.
Las aspiraciones en la sociedad capitalista, consisten en encaramarse en lo más alto de la pirámide social. Y esto implica subir como sea, así sea aplastando y explotando a los demás.
El capitalismo consiste en aplastar al otro, al supuesto oponente, en sacarle el jugo al de a lado, en aprovechar las oportunidades de la economía, un sistema no apto para débiles. Su principal eje, la capacidad del más apto, un sistema en el que el más capaz y fuerte gana, un orden salvaje que reproduce relaciones sociales violentas fundadas en la conveniencia y el egoísmo.
Al joven empleado del supermecado de Wallmart lo mató un orden que funda sus bases sobre la injusticia social. El capitalismo, sí, el capitalismo lo mató. Otra víctima más del productivismo y su culto a la ganancia, a la explotación y al consumo que se convirtió en el vehículo del crimen. Otra víctima de la tierra prometida de las oportunidades y el sueño americano. Otra víctima más que no es la primera, ni será la última, mientras este orden social siga existiendo.
El status y el afán de éxito individual, se ha convertido en una especie de dictadura mental-cultural que hace que cada vez la gente trabaje más tiempo por menos remuneración para comprar basura costosa que los hacen sentirse importantes.
Las aspiraciones en la sociedad capitalista, consisten en encaramarse en lo más alto de la pirámide social. Y esto implica subir como sea, así sea aplastando y explotando a los demás.
El capitalismo consiste en aplastar al otro, al supuesto oponente, en sacarle el jugo al de a lado, en aprovechar las oportunidades de la economía, un sistema no apto para débiles. Su principal eje, la capacidad del más apto, un sistema en el que el más capaz y fuerte gana, un orden salvaje que reproduce relaciones sociales violentas fundadas en la conveniencia y el egoísmo.
Al joven empleado del supermecado de Wallmart lo mató un orden que funda sus bases sobre la injusticia social. El capitalismo, sí, el capitalismo lo mató. Otra víctima más del productivismo y su culto a la ganancia, a la explotación y al consumo que se convirtió en el vehículo del crimen. Otra víctima de la tierra prometida de las oportunidades y el sueño americano. Otra víctima más que no es la primera, ni será la última, mientras este orden social siga existiendo.
1 comentario:
Una completa ridiculez, lo mató la gente, no le des tantas vueltas.
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